La vuelta del ultimo merovingio

El silencio reinaba en la noche, la ciudad dormía y unos cuantos renegados respirábamos de la luz con la que nos impregnaba la luna… y volviste.

Un año y medio desde la última vez que toque tu piel, que abrace tu cuerpo, de la que me robaste un beso. Y ahora me dices que me echas de menos, que lo sabes, y que me necesitas más de lo que hubieras creído.

¿Y si te dijera que el rencor cicatrizó mis heridas mientras caminaba descalzo en madrugadas de agonía?

¿Y si te dijera que me sentía impotente por morirme de ganas de alimentarme de tu cuerpo mientras tú en otros proyectabas tus ganas?

¿Y si te dijera que seguí mi camino en solitario reprimiendo mis ganas de echarte de menos mientras tú confiabas en que pronto lo harías acompañado?

Ahora dime, ¿crees que me fue fácil huir de los recuerdos más bellos de mi vida?

¿Acaso piensas que existe alguien capaz de vencer el influjo de la melancolía?

¿Acaso has intuido que cuando un corazón entero te ama tarda poco tiempo en borrar de un plumazo tales sentimientos?

Pero de algo estas seguro, y es de que TE QUIERO a mi manera, y ME QUIERES a la tuya, estamos en el desarrollo de nuestra historia, el desenlace aun lo está escribiendo algún ángel despistado en el cielo.

Mientras se tejen intrigas, dudas, recuerdos utilizando como hilo fructíferos sentimientos.

No te extrañas de que en las noches tu corazón me reclama, y mi alma únicamente escucha esa llamada. No se puede romper ese vínculo que una vez que nos conocimos se hizo mas fuerte, pero que quizá existiera ya antes de que nos pusieran en el mismo camino.

Por ti y por mi, el destino nos maneja como títeres en su circo, por ti y por mi, en lugares distantes entre si continúan nuestras vidas, en ausencia física de ambos cuerpos, pero nunca privados de este “no sé que” especial que únicamente ambos tenemos.