La atracción de la montaña rusa ya ha acabado, toca levantarse y dejar que otros ocupen mi sitio, que disfruten aunque sepan que después ellos tambien tendrán que levantarse para dejar paso a otros. Asi es el juego, conocemos las reglas, nos hacemos los despistados cuando subimos aunque cuando tenemos que irnos nos aferramos a donde estamos.
Donde había risas, jubilo, euforia, bullicio y alegria, ahora solo queda vacío. Cuando mi habitación estaba llena de tu luz, ahora solo queda la penumbra. ¿Qué paso con esa vela encendida?
Todo parece un bonito sueño que debo creer que fue tal ya que algo tan bello no merecía. Pero fue real, lo toqué, lo palmé, lo escuché, lo viví, me tocó a mi.
Mis ilusiones se escapan como el globo de un inocente niño que asciende y se pierde entre los cielos, mientras el viento las agita para no dejar rastro de ella.
Mi puñadito de arena ya no está, y mi mente intenta esconder lo que paso tapiandolo entre cuatro paredes mientras mi alma se resigna a ahogarlo entre los oceanos de la melancolía.
Soy un naufrago, que de nuevo espera la llegada de un barco, ya no me da miedo que me traguen las aguas sino que desconfio si veo un velero cerca ya que tengo miedo de subir a él para pronto tener que abandonarlo.
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